El fundador del Circo Histórico Raluy ha muerto hoy 19 de noviembre en Barcelona a los 75 años.
Con su partida, el circo español pierde a uno de sus principales referentes, cuyo empeño por preservar el espectáculo tradicional dejó un legado cultural de valor incalculable.
Carlos Raluy Iglesias, nacido en 1944 en la ciudad condal, dedicó su vida al arte circense desde una perspectiva profundamente respetuosa con su historia.

A través del Circo Histórico Raluy, convirtió cada actuación en una experiencia escénica con sabor a museo viviente. Fusionó con maestría la estética nostálgica con la fidelidad a las raíces del espectáculo ambulante, defendiendo con convicción el circo clásico frente a las tendencias contemporáneas.
El espíritu eterno del Circo Raluy
Proveniente de una empresa familiar con cinco generaciones dedicadas al mundo del espectáculo itinerante, Carlos Raluy asumió desde joven el compromiso de continuar una tradición artística cargada de significado. Hijo de Luis Raluy Iglesias, otra figura destacada del panorama circense, Carlos creció entre bastidores, caravanas y telones. Su implicación fue inmediata y total, empapándose del oficio hasta transformarse en el verdadero corazón del Raluy.
Su propuesta rompía con los moldes del circo moderno: apostó por recuperar el estilo de época, los decorados artesanales y el ambiente íntimo de las funciones del pasado. Junto a su familia, se dedicó a la restauración de vehículos históricos que dotaban al circo de una escenografía genuina. Gracias a esta mirada, el Circo Raluy no era solo un espectáculo, sino también un ejercicio de memoria cultural, donde cada función recreaba el esplendor del circo clásico.
Una trayectoria forjada en la pista
Carlos Raluy fue artista completo: se desempeñó como acróbata, maestro de ceremonias, director artístico y productor. Su vida estuvo íntegramente ligada a la pista, sin interrupciones. A lo largo de las décadas, recorrió gran parte de la geografía española y también internacional, llevando consigo una estética reconocible y un respeto absoluto por la tradición.
No solo se dedicó a conservar la forma, sino también el fondo. Reivindicó los valores del circo de siempre: esfuerzo, trabajo en equipo, sencillez, ilusión. Su estilo convenció a generaciones enteras, y convirtió su compañía en un referente nacional e internacional.
Adiós a una figura irrepetible
Carlos Raluy falleció en su ciudad natal tras una prolongada enfermedad. Aunque su estado de salud se fue deteriorando, nunca abandonó del todo la actividad del circo, al que se mantuvo vinculado hasta los últimos años. Su fallecimiento provocó una fuerte reacción en el sector cultural, que lo reconoció como una figura emblemática del circo contemporáneo.
La familia Raluy, estrechamente unida por la vocación circense, continúa hoy con el legado a través del Circo Raluy Histórico. Su hija Rosa Raluy, junto con otros miembros del clan, encabeza esta nueva etapa que se construye sobre los sólidos cimientos dejados por Carlos. Aunque su figura es insustituible, su legado sigue vivo y se proyecta en cada función.
Raíces familiares y legado circense
El apellido Raluy está firmemente arraigado en la historia del circo español. Desde hace más de un siglo, esta familia ha sido una de las grandes guardianas del espectáculo tradicional. Luis Raluy Iglesias, padre de Carlos, fue también un artista y empresario respetado, y transmitió a sus hijos el amor por el arte itinerante.
El Circo Raluy, en su versión más reconocida como «histórica«, se consolidó como una rareza encantadora en una época dominada por los efectos especiales y la sobreproducción. En lugar de competir por el espectáculo masivo, ofrecieron una alternativa profundamente humana y artística: elegancia, atmósfera y romanticismo nómada. La apuesta fue arriesgada, pero encontró eco en un público fiel que valora lo auténtico.
El London Bar: símbolo de cultura y circo en Barcelona
Uno de los episodios más significativos en los últimos años de Carlos Raluy fue su implicación en la recuperación del London Bar, ubicado en el Barrio del Raval de Barcelona. Este local, inaugurado en 1909, había sido un lugar mítico para artistas, bohemios y personajes del mundo cultural de la ciudad. Con un diseño modernista y elementos como un trapecio suspendido del techo, el espacio estaba marcado por su conexión con el mundo del circo.
En 2017, Carlos Raluy recibió en herencia el local y decidió integrarlo al patrimonio de la familia. Bajo su gestión, el bar fue restaurado respetando su estética original y relanzado como sede cultural del Circo Histórico Raluy. Además de albergar oficinas, se convirtió en un centro de expresión artística con programación escénica y musical. Hoy, el London Bar es mucho más que un establecimiento: representa un vínculo físico entre la ciudad de Barcelona y la herencia del circo.
Arte sobre ruedas: la restauración de los carromatos
Desde sus inicios, la familia Raluy desarrolló un vínculo casi espiritual con los carromatos de circo históricos que formaban parte del espectáculo. Estos vehículos, algunos con más de cien años de antigüedad, eran restaurados con esmero por los propios miembros de la familia. El trabajo no solo implicaba recuperar funcionalidad, sino también devolver la estética original a cada pieza: madera trabajada, pintura a mano, metales restaurados con técnicas tradicionales.
Carlos Raluy fue quien impulsó con mayor fuerza esta línea de trabajo, entendiendo que los carromatos no eran meras herramientas logísticas, sino elementos fundamentales del lenguaje escénico del circo. Durante las giras, se organizaban alrededor de la carpa, formando un espacio que era a la vez escenografía y entorno vivencial. En su interior, se ubicaban camerinos, zonas de descanso y taquillas.
Esta visión elevó el espectáculo a un nivel superior de inmersión. Cada vehículo contaba una historia. Y juntos, ofrecían al espectador una oportunidad única para experimentar la atmósfera del circo clásico desde dentro.
Premio Creu de Sant Jordi
En 2006, el Circo Raluy fue galardonado con la Creu de Sant Jordi, una de las distinciones más importantes que otorga la Generalitat de Cataluña. Este premio reconoce trayectorias ejemplares en el ámbito cultural, artístico o cívico. Para la familia Raluy, el galardón fue una validación institucional del esfuerzo constante por mantener viva la esencia del circo clásico.
Este reconocimiento pone en valor no solo la calidad artística del espectáculo, sino también el empeño en preservar un legado. Cada función del Circo Histórico Raluy es una invitación al asombro, pero también un acto de memoria. Y esa fusión de emoción y tradición es lo que convirtió a Carlos Raluy en una figura imprescindible del panorama cultural catalán.
Carlos Raluy, leyenda del circo más allá de las fronteras
Carlos Raluy fue mucho más que un director de circo. Fue un defensor tenaz del arte tradicional, un restaurador de memorias, un soñador que creía en la magia. Su figura encarna la resistencia estética frente a las modas pasajeras y la capacidad de transformar cada función en un relato vivo.
Con su fallecimiento se cierra un capítulo glorioso, pero su legado permanece abierto. Cada carpa que se alza, cada carromato que se pone en ruta, cada niño que se maravilla ante una función… ahí está Carlos Raluy. Su vida fue un homenaje constante al arte circense y su recuerdo seguirá latiendo bajo las lonas del Circo Raluy.