Ricardo Rodrigo y su apasionante aventura política.

Ricardo Rodrigo y su apasionante trayectoria política

Ricardo Rodrigo nació en Buenos Aires en 1947 y tuvo una juventud marcada por su implicación en movimientos políticos. En su etapa universitaria, se vinculó con grupos de izquierda y fue militante en la guerrilla del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en Argentina. Como parte de su militancia, fue responsable de la prensa clandestina del movimiento, un rol que le permitió desarrollar sus habilidades en el ámbito editorial.

En una extensa entrevista a eldiario.es, el editor ha explicado con detalle aspectos de su vida personal, política y empresarial. En este artículo hemos querido resumir todo lo que tiene que ver con su vertiente política, una vida apasionante de lucha por sus ideales. Para conocer aspectos de su vida empresarial al frente de RBA, os recomendamos leer Acerca de Ricardo Rodrigo.

Buenos Aires y el ELN

También formó parte del ELN argentino, el Ejército de Liberación Nacional, una guerrilla latinoamericana cuyos miembros eran conocidos como “Elenos”, nombre con connotaciones de la Grecia clásica. Entrenó durante mucho tiempo en Cuba y después en Argelia. En esa etapa también estaba en el MUR (Movimiento Universitario Reformista), un movimiento transversal donde había comunistas, trotskistas, peronistas y todo tipo de grupos de izquierda. En Cuba conoció a Dilma Rousseff, quien posteriormente sería presidenta de Brasil.

Todo empezó en la Facultad de Derecho de Buenos Aires, la más politizada. Por un lado, estaban los del ELN y, por otro, el sindicato de Derecho, cuyo jefe fue posteriormente jefe de policía de la dictadura militar. Cuenta como anécdota que un día, en el gimnasio de la facultad, estaba entrenando con un amigo cuando entró ese personaje, Graci Susini, y, junto a un compañero, fue rodeado por más de quince sindicalistas. Susini dijo: “No, a estos no los toquéis. Estos son valientes. Solo queremos cargarnos a los mariquitas comunistas”. Un mes antes habían matado a un compañero que era del Partido Comunista.

Usaba el seudónimo de Antonio y estaba perseguido. Durante los últimos cuatro años que vivió en Buenos Aires, no dormía dos noches en una misma casa; cambiaba cada día. Habían puesto en la calle carteles con sus fotos, como si fuera el enemigo público número uno.

Rodrigo explica que su familia no pasó miedo en esa etapa. Su padre era socialista y estaba acostumbrado a ese tipo de vicisitudes. También señala que nunca ha dejado de ser socialista, aunque nunca ha militado en el partido.

La Guerrilla

Acabó la carrera de Derecho en solo dos años y se vio obligado a practicar la Medicina en la guerrilla, aunque no la estudió. En su columna había seis o siete médicos; sin embargo, muchos preferían que los atendiera Ricardo, que se tomaba con naturalidad las curas a realizar. A veces, el médico estaba demasiado lejos o las columnas se dividían y no había ningún médico, por lo que lo designaban para esas funciones. Cuenta como anécdota que una vez fue a visitar a Carlos Sampayo al hospital y la enfermera lo confundió con un doctor.

Él había sido designado por el Che Guevara y nadie discutía su jefatura. Cuando decidieron marcharse de Argentina, eran 23 personas que formaban la cúspide del movimiento, todos los que habían estado en Cuba, en Argelia, en Vietnam y en China, es decir, los que tenían mayor formación política y militar.

El proyecto era crear una lucha coordinada en Brasil, Uruguay, Argentina, Bolivia, Perú y Chile. Los cubanos iban por otro lado. El Che y Ricardo Rodrigo tuvieron discusiones con Fidel Castro que llegaron al borde de la agresión física. Después de la crisis de los misiles, se llegó al pacto de coexistencia pacífica. La primera condición que puso la Unión Soviética, acordada con los americanos, fue acabar con la lucha armada en América Latina. Y con el primero que querían acabar era con el propio Che. Fidel Castro lo define como un sinvergüenza sin ninguna ideología y tiene la certeza de que fue el responsable de que capturaran y mataran al Che Guevara.

El Partido Comunista argentino estaba al servicio absoluto de las órdenes de Moscú y se convirtieron en sus principales enemigos. La primera víctima fue Inti Peredo, que había sido designado jefe del grupo porque ya había estado con el Che en la primera etapa.

El Che había nombrado a su hermano, Coco Peredo, jefe de Bolivia. Pero, en septiembre del 69, asesinaron a Inti. En noviembre del 69, asesinaron a Mariela, que era líder de Brasil. En mayo del 70, asesinaron a Elmo Catalán, que era el responsable de Chile, una escisión del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria). La segunda de Elmo Catalán era Tati Allende, la hija de Salvador Allende.

Todos los líderes guerrilleros de América, como Johnson en Guatemala, que llevaba años combatiendo, y Douglas Bravo en Venezuela, dijeron: “Cuba nos está traicionando”. Y nadie dijo nada. Fue una historia silenciada en los medios.

También estuvo con su grupo Monika Ertl en Bolivia, sobrina del criminal de guerra Klaus Barbie, quien ordenó matarla y murió ametrallada en una calle de La Paz.

Según explica Rodrigo, todo ese pasado militante está en los archivos militares de Argentina. Al fallecer su padre, se acercó con discreción a su familia porque la Triple A tenía un dispositivo preparado para detenerlo.

Fue detenido y torturado en Guantánamo, lo que le produjo lesiones crónicas en el abdomen. Al llegar a España tenía que usar una faja y coincidió con la apertura del hospital de Bellvitge. Allí le preguntaron:
—¿Cómo se ha hecho usted esto?
—Pues, mire, jugando al tenis.
—¡Hombre, jugando al tenis!

Pero, claro, estando allí con Franco, ¿qué iba a decir? El caso es que no preguntaron más y me operaron.

Mientras Rodrigo dirigió la organización, no hubo ni un muerto ni un herido. El objetivo era tener implantadas en todas las ciudades organizaciones políticas que dieran soporte a lo que después sería la guerrilla urbana.

La renuncia a la lucha vino como consecuencia de que planteaban una lucha continental que acabaría en un enfrentamiento con el ejército en la selva; inicialmente, sería una fase de propaganda armada mediante acciones simpáticas, sin sangre, que convencieran a la gente, pero no pudo ser.

Un ejemplo de acción simpática fue con Pepe Mujica, quien fue interrogado sin tortura y entregó a todo el mundo. Lo soltaron y no lo mataron de milagro al salir, pero tuvo que irse de Uruguay.

La llegada a Barcelona

Su suegra era familia del Director de Seguridad de la policía argentina, con quien tuvo una entrevista. Este le recomendó que, por su seguridad, abandonara el país.

Ricardo Rodrigo llegó a España a principios de los 70 y se estableció en Castelldefels con solo 23 años. Dos días después apareció un sargento que le dijo:
—Sé muy bien quién eres. Te tenemos las 24 horas bajo control. Vale, te han dado esa especie de tranquilidad, no sé por qué. Pero cuídate, porque te estaré vigilando las 24 horas.

Después vinieron compañeros suyos de militancia para que se reincorporara. Tuvo contacto con Jorge Semprún, del Partido Comunista, y se unió al FLP (Frente de Liberación Popular), conocido como Felipe.

Ya en Barcelona, se puede decir que finaliza su etapa de militancia política y empieza su etapa profesional en el sector editorial.

Actualidad política

Pregunta ya por sus opiniones sobre la política actual y reciente, Ricardo Rodrigo explica en la entrevista que:

«Hoy estamos ante un inevitable cambio geopolítico. Me parece que hay que ser ciego para no verlo. Otra cosa es saber ahora cómo va a acabar.»

No le parece correcto el ataque de su compatriota Javier Milei cuando usa la expresión “zurdo de mierda”. Explica que “zurdo” es el término habitual con el que en Argentina se dirigen a los izquierdistas.

Para Rodrigo, una manera de ser de izquierdas, por ejemplo en el mundo editorial, es no apretar al colaborador, sino pagar un sueldo digno, aun sabiendo que la competencia paga menos. También explica que en RBA tienen una guardería para los hijos de los trabajadores.

Respecto al catalanismo, explica que defiende la lengua, la historia, la cultura y la idiosincrasia del pueblo catalán y, por tanto, se considera catalanista. Sin embargo, no entiende el proceso independentista y lo considera una aberración jurídica.

Finalmente, cuando le preguntan qué le parece la izquierda woke, responde:
«Una ingenuidad.»


Autor: Redacción Técnica | Artículos

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